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El centenario de Eusko
Ikaskuntza - Sociedad de Estudios Vascos lo tenemos a la vuelta de la
esquina y, desde Navarra, es el momento de echar una mirada atrás para
ver con más conocimiento de causa a dónde queremos ir. En la sede de
Eusko Ikaskuntza de Pamplona un busto de Arturo Campión (1854-1937) que
preside la sala de reuniones nos recuerda que parece que fue ayer cuando
tanto él como otros representantes navarros formaron parte fundacional
en aquel 1918 de Eusko Ikaskuntza, a instancia de las cuatro
diputaciones forales (de Bizkaia, Gipuzkoa, Araba y Navarra). En las
juntas directivas iniciales, antes de la Guerra Civil, además de Arturo
Campión, se contó con representantes navarros que dejaron impronta:
Manuel Irujo (1891-1981), Aingeru Irigaray (1899-1983), José Aguerre
(1889-1962) o Joaquín Beunza (1872-1936), personas de distinta
trayectoria intelectual e ideológica, pero que coincidían con la
necesidad de apoyar el estudio riguroso y académico en Vasconia y sobre
Vasconia, cosa que por aquellos albores del siglo XX no se veía siempre
con buenos ojos y no pocas veces era censurado. Pero, y siguiendo con
esos comienzos, creo que es significativo rescatar de la memoria el II
congreso de Eusko Ikaskuntza que se celebró en Pamplona en 1920. El
congreso giró en torno a la “Enseñanza y cuestiones económico-sociales”.
Es significativo por varios aspectos: ya desde el principio la capital
navarra acoge la actividad de Eusko Ikaskuntza;la mujer empieza a
participar en los congresos de Eusko Ikaskuntza con aportaciones
académicas;participan representantes municipales de la Baja Navarra;el
discurso inaugural es pronunciado por Arturo Campión y el de clausura
por el rey Alfonso XIII. Para entonces este rey ya había pronunciado un
discurso sobre los estudios vascos: “Veo con singular complacencia la
creación de la Sociedad de Estudios Vascos, y quiero que el primer
aplauso que reciba esta Sociedad naciente sea el mío, como deseo ser el
primero que se inscriba entre sus fundadores, consagrados al estudio y
fomento de todo cuanto pueda contribuir al adelanto y progreso del
País;cultivad vuestra lengua, el milenario y venerable euskera, joya
preciadísima del tesoro de la humanidad, que habéis recibido de vuestros
padres y debéis legar, incólume a vuestros hijos […]”. Dan mucho qué
pensar estas declaraciones porque a veces contrastan con actitudes de
representantes estatales o del País con respecto a Vasconia, su cultura y
los estudios sobre ella
Tras la Guerra Civil y el “obligado” cese de actividad en territorio
peninsular, Eusko Ikaskuntza se pone en marcha de nuevo en Oñati en 1978
y en esa reanudación están presentes, una vez más, destacados
representantes navarros: entre otros, Gregorio Monreal, quien sería
después presidente de Eusko Ikaskuntza y más tarde rector de la
Universidad del País Vasco. La “renovada” institución tendría desde
entonces varios vicepresidentes en la junta permanente, uno por cada
territorio. En representación de Navarra, Tomás Urzainqui, Mikel
Aranburu Urtasun, Sixto Jimenez, personas con gran proyección en el
tejido social y cultural de Navarra, me han precedido como
vicepresidentes por Navarra y han dejado el listón muy alto, en su
aportación a Eusko Ikaskuntza y a los estudios vascos en general. En
Navarra, además, Eusko Ikaskuntza ha sido un foro en donde han confluido
aportaciones de estudiosos de las distintas universidades navarras y de
otros estamentos, creándose un espacio de pluralidad y diálogo sereno y
fecundo en beneficio de Navarra y sus gentes.
En la etapa que me
ha tocado como responsable por Navarra, Eusko Ikaskuntza se ha repensado
a sí misma, se ha reformado en sus estatutos y se ha transformado en su
actividad para adecuarse a los nuevos tiempos y hacer frente a los
retos de la sociedad actual. En cuanto a Navarra, Eusko Ikaskuntza ha
recuperado el convenio con el Gobierno de Navarra con una partida para
proyectos y actividades en Navarra que partió de cero y el año pasado
era de veinte mil euros y este de cuarenta mil. Los convenios que
tenemos con los ayuntamientos navarros están siendo actualizados para
las nuevas líneas de actuación de Eusko Ikaskuntza y la respuesta está
siendo muy positiva. Eusko Ikaskuntza ha contado siempre una
trabajadora, al menos, de origen navarro que ha gestionado con eficacia
la actividad concerniente a nuestro territorio.
Dentro de las cinco líneas de actuación de Eusko Ikaskuntza, la
“realidad socio-cultural” es la que tendrá en Pamplona un hito
importante porque en el XVIII congreso de Eusko Ikaskuntza (Geroa
Elkar-Ekin) con motivo de su centenario tendrá en la capital navarra su
sede. En los distintos foros preparativos y previos al congreso se ha
observado una dinámica participativa importante, que no tendrá su
término en el congreso, sino que se espera continúe. El mismo XVIII
congreso será una herramienta y punto de partida para seguir trabajando y
aportando ideas, proyectos y soluciones para la coherencia y bienestar
del País, pues para eso nació Eusko Ikaskuntza hace 100 años: “katea ez
da eten”, la continuidad no se ha roto y como dijo el bertsolari
Xenpear, “jaikoko dira berriak, gu gara Euskal Herriak”.Vicepresidente
de Eusko Ikaskuntza
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