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Monday, May 24, 2010

Derecho ciudadano a no ser marginado



(Hauxe da Diario de Navarra-ra bidali nuen gutun edo artikulu bat. Ez nuen espero argitaratzerik eta halaxe gertatu da: ez dute argitaratu nahi izan. Jakina, "tribuna librea" duen bati erantzunez egindako artikulua da. Badakizu, "behi sakratuak" ezin dira ukitu. Eta behi sakratu horiek egunkari horren ideologiaren euskarriak dira.)


Hace poco he podido leer un artículo titulado “Derecho a no aprender euskera y no ser castigado” (ver Diario de Navarra, 20-05-2010) del profesor de la UPV Iñaki Iriarte que me ha llamado la atención empezando por el título. Cuando ahora se habla tanto de plurilingüismo, de “abrirse” a otras culturas, me sorprende ese afán de “no aprender” lenguas que son parte del substrato cultural que nos rodea. La segunda parte del título también me llamaba la atención: parece que pide no “ser castigado” por ejercer ese “derecho”. Debe haber –puede pensar uno– personas e instituciones represoras que persiguen a los que no saben euskera y les castigan cruelmente. Entrando en el texto, después de mencionar la manifestación a favor de poder usar el euskera, el autor menciona un ejemplo que viene a demostrar esa situación lastimosa del castellano: la baremación de un puesto de sustituto en la UPV, en la que se dio una valoración desmedida al conocimiento del euskera para una plaza docente en castellano. Puedo estar de acuerdo con que algunas baremaciones no sean muy adecuadas o acertadas. Con los datos que aparecen en el artículo no puedo hacer un juicio, pero podría haber ocurrido, cosa que lamento. En Navarra hay muchos ejemplos del lado contrario: de esas baremaciones que valoran más el conocimiento de cualquier o algunas lenguas europeas (que no tienen ninguna ley foral que las “proteja”) por encima de una lengua propia… adivine cuál; o de esas baremaciones que no lo valoran en absoluto. Pero lo que me trae a la memoria esa argumentación es el viejo tópico de mentar el ataque que sufre el pobre castellano (una lengua con 400 millones de hablantes) que está tremendamente amenazado por unos euskaltzales “genocidas” borrachos de poder, que marginan todos los días a los que hablan en español en el País Vasco. Cualquiera que conozca un poco el País Vasco sabe que eso no es así (yo he vivido allí más de un cuarto de siglo). Cualquiera que conozca un poco la UPV-EHU, lugar donde un “amante” del euskera como Iñaki Iriarte trabaja cómodamente, sabe que no en todos los servicios pueden atender a los profesores o a los alumnos en euskera porque los funcionarios de atención al público (¡pobres marginados!) no saben esa lengua que es cooficial en esa comunidad.
Si nos vamos a Navarra, tan conocida por Iñaki Iriarte, esa situación se agrava. Eso lo saben los que intentan vivir en euskera. Yo querría pensar que el señor Iriarte tiene un mínimo de sensibilidad (aunque no la muestre en su artículo) y sienta un poco de conmiseración con los euskaltzales que todavía no pueden ver la ETB por TDT (aunque sí puedan ver Canal Sur u otras televisiones autonómicas), con los periodistas que quieren hacer periodismo en euskera en Navarra y no pueden porque les niegan una subvención que va destinada a otras cadenas o medios más de la “cuerda” del Gobierno de Navarra que emiten o publican en castellano. Podría conmiserarse con los padres que en Iruñerria no pueden llevar a sus hijos a una guardería pública en euskera (o multilingüe con euskera), porque no existe. Podría sentir un poco de conmiseración por una radio en euskera, perdón, en vasco, con miles de socios que todavía (después de 25 años) no tiene licencia para emitir. Le aseguro –y ahora me dirijo a usted, señor Iriarte–, que los que ponen estas trabas o toman estas decisiones políticas en Navarra no les castiga nadie, no hay decretos ni sentencias que les quiten esa “libertad” para tomarlas… Al revés, hacen que muchos ciudadanos navarros, por su opción lingüística sean ciudadanos de segunda y no puedan ejercer su “libertad” lingüística, que de alguna manera quiere promover el artículo 3 de la Constitución Española.
Pero no es esta parte de su artículo la que me parece, perdone la expresión, la más siniestra. Sobre un asunto lingüístico en el que podemos o no estar de acuerdo, usted no pierde oportunidad para recordar a los manifestantes del 15 de mayo que tendrían que manifestarse también a favor del “derecho a vivir”. Menciona también aspectos como la “lucha armada” y el “terror ejercido por el nacionalismo”. No voy a entrar a ese tipo de provocaciones. Comprendo que haya gente atormentada (no sé si es caso del autor del artículo) con la que hay que tener mucha comprensión… y conmiseración. Pero no vienen a cuento esos aspectos. Sobre la violencia y el terrorismo, solo diré que estoy seguro de que los que se manifestaron en sábado (la inmensa mayoría) son los más persuadidos de que no hacen más que daño a las causas culturales legítimas de muchos navarros y/o de muchos vascos. Pero si algo fue la manifestación del 15 de mayo fue una manifestación apolítica. No se veían ikurriñas, ni reivindicaciones abertzales… A algunos les hubiera gustardo ver y oír esas cosas, no porque les gusten, sino por encasillar rápidamente a esas 15.000 personas que se pasearon pacíficamente por Pamplona. Pero se quedaron sin poder colgar la etiqueta. En la manifestación se hacía referencia a algo muy simple, que se comprende muy bien en muchos lugares e instituciones de Europa: los derechos lingüísticos de los ciudadanos. Sí, sí, los derechos lingüísticos de esos “animalitos” que pagan impuestos, cumplen las normas de circulación, declaran a Hacienda y votan en las elecciones. ¿Es tan difícil de comprenderlo? Espero y quiero confiar, señor Iriarte, que, estemos de acuerdo o no, podamos hacer esa reflexión en ese ámbito, que seguro que será más sereno y racional que el del terreno político. Saludos cordiales a todos.

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